Hay experiencias en la vida que no puedes pasar por alto, naces y vas viviendo diferentes sucesos que marcaran tu historia permanentemente, cosas que harán que tu camino se dirija hacia izquierda o derecha, pasarás por el primer amor y luego recaeras en el primer dolor, esa angustia que hasta llegarás a pensar que no habrá nada peor en el futuro, pero, haz escuchado cuando dicen "piensas que iba mal pero la vida te demuestra que puede ponerse peor", pues, es algo bastante sincero, es a lo que nos atenemos en la vida, a lo agridulce de la felicidad y la tristeza entrelazados para ocasionar sentimientos encontrados.
Pero bueno, ¿a qué va todo esto?, a que lo anterior no se asemeja nada con lo que sentí ante tu perdida, perderte fue un momento en mi vida que jamás olvidaré, jamás dejaré de llorarte, de pensarte, de preguntarme como hubiera sido el tenerte aquí, ahora, mañana, por siempre, amarte ante todo y no quererme perder nada.
No puedo prometerte nada, no puedo asegurar que no se me llenaran los ojos de lágrimas al pensarte ya que cuando pasas por mi mente surgen mil y más preguntas del por qué no estás aquí, cosas que no entiendo ni creo entender, cosas que quizás con el tiempo se conviertan en algo más digerible y no esa bola de pelos que se atora en mi garganta cada que intento decir algo acerca de ti, de lo mucho que te echo de menos, de lo mucho que me gustaba hablar contigo antes de dormir.
Eres ese nudo que no se disuelve, eres esas lágrimas que no dejan de cesar, eres todas las canciones más bonitas del mundo, eres esas pestañas de tu papá, eres ese silencio que me hace recordar aquel día, eres todas y cada una de mis victorias, eres lo que soy y lo que me hiciste vivir, eres todo y las palabras me faltan para decir más, pero ante todo eres lo que más he amado, mi hijo.